Serna, el autocrítico

Por Roberto Cienfuegos J.

Festejo como un simple ciudadano lector el premio Xavier Villaurrutia a Enrique Serna, el creador sinaloense que sorprendió con un perfil novelado nada menos que de don Carlos Denegri, una figura paradigmática de un tipo de periodista ya extinto o, para decir lo menos, ya en franca extinción en México.

Más allá del mito, Serna nos describe a un Denegri dueño de un espeso bagaje cultural, con un sólido conocimiento del oficio reporteril, y al mismo tiempo su faceta digamos negra que aparecía en sus sórdidos viajes al alcoholismo, la drogadicción y aún la misoginia.

Leí claro con fruición El vendedor de silencio, por cierto un gentil obsequio de mi amigo, el economista Marconi Osorio, con quien compartíamos cada miércoles hasta antes de la pandemia, un desayuno allá por el Campo Marte en un encuentro donde se acercaban para convivir y conversar sobre todo tipo de temas de actualidad figuras de un México pretérito como el dirigente agropecuario Salomón Faz Sánchez, ex legisladoras como Lidia Camarena, y eruditos destacados como Alfonso Narváez López, “El sabio”, entre otros perfiles. Pero eso es otra historia.

Al recibir en una ceremonia virtual el codiciado premio Villaurrutia, que Serna dedicó a Edmundo Valadés, el célebre cuentista sonorense, el escritor sinaloense refirió cómo un rechazo del cuentista cuando él tenía 23 años lo hizo entrar en una seria autocrítica. “Gracias a su oportuno coscorrón llegue a desarrollar la autocrítica severa que me ha permitido escribir novelas como ésta”, apuntó Serna.

Narró que Valadés nunca le publicó “Cartas a Eufemia” en su revista Cuento y más bien le hizo ver que aún estaba lejos de adquirir la destreza narrativa que más tarde lo llevaron a escribir El vendedor de silencio.

“Fue un tanto cruel por parte de Valdés darme alas y luego cortármelas pero si hubiera publicado el cuento tal como estaba yo no hubiera sentido la necesidad de mejorarlo, cómo él me puso el listón más alto, reconocí con enorme tristeza que aún era un cuentista ingenuo, sin precisión verbal ni soltura para narrar”, contó durante la entrega del Villaurrutia.

Qué bueno que fue así, decimos ahora que Serna se ha convertido en una referencia de la literatura contemporánea de México y que acrecentó su solidez con su novela más reciente, una novela sobre Denegri, un periodista que como sabemos hizo época en México, no siempre por buenas razones o motivos. El alcoholismo, su drogadicción y su misoginia, originada casi seguramente por su madre, sólo describen los infiernos de la vida y aún la muerte de Denegri.

En favor del periodista Denegri hay que rescatar sin embargo su solidez cultural, el dominio de idiomas, su alta calidad reporteril, su experiencia internacional, el conocimiento del poder político en México, y su intuición. Poco hay que abundar acerca del poder e influencia que cultivó y cosechó durante varias décadas en México. Serna nos lo contó con detalle.

Es claro que personajes como Denegri y periodismo como el que practicó pertenecen al pasado. Apunto esto sin nostalgia alguna, mucho menos pensando en periodistas como Denegri.  Si acaso reflexiono sobre lo que se ha dado en llamar el nuevo periodismo, en México al menos una mitificación en buena parte de la tecnología y las redes sociales.

¡Enhorabuena a Serna porque con su obra rompe un mito de apellido Denegri!

 

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@RobertoCienfue1