arturo moreno

La convocatoria en el zócalo para la celebración de los tres años de gobierno de Andrés Manuel López Obrador confirma que más que un gobierno de logros y resultados es una arenga permanente un cuento narrado una y otra vez a veces desde la mañanera y ahora desde el zócalo capitalino.

El presidente legitima el encono, se monta sobre el agravio, atiza la indignación con un discurso reiterativo marcando el horror del neoliberalismo, la rapacidad de las elites, la sabiduría del pueblo, la bondad del ejército, nada nuevo se vivió en la plancha del zócalo el pasado 1° de diciembre.

Definitivamente el primer mandatario no se asume como un gobernante electo sino como el paladín que encarna una utopía popular, el artífice de una revolución moral con profunda fe en sí mismo y desprecio por las instituciones como juguetes de la mafia, por las leyes que obstaculizan la justicia, por la sociedad civil infiltrada e incluso comprada por medios extranjeros y los medios prostituidos.

La convocatoria política que pareció más un mitin político de campaña electoral más no la de un mandatario que no se encuentra ya en campaña se llevó a cabo en pleno corazón de la capital del país dándose en un marco de tensión con los reiterados ataques a la prensa, al INE, a las universidades, la inflación, el “decretazo” pareciera que las necesidades urgentes del país se olvidan para dar un apoyo absoluto al presidente.

Fue un discurso potente, prístino, un mensaje a las bases, un gobierno que gobierna movilizando que pide ratificación de mandato sabiendo que lo apoya la ciudadanía. La popularidad política de AMLO es innegable totalmente única una que ningún presidente había logrado antes.

Un gran candidato pero un mal gobernante, el presidente no gobierna simplemente representa a un sector que busca afanosamente terminar contra todos los males que aquejan al país o mejor dicho a los enemigos de la cuarta transformación.

Es un presidente seductor totalmente, un seductor de la patria que no se ve a sí mismo como gobernante sino como un movilizador que cambia conciencias aunque no fue electo para ello, para lo que se eligió es para regular, para administrar, para pacificar, para el crecimiento, para diseñar políticas públicas viables que tuvieran resultados benéficos para la mayor parte de la población. Al presidente le importa más como se ve su gobierno que si funciona o no.

Lo importante es echar el movimiento de la 4T (cuarta transformación) a andar lo que realmente importa al presidente es pasar a la historia como el Benito Juárez, Francisco I. Madero, Lázaro Cárdenas del siglo XXI bien lo menciono en sus arengas cuando era candidato, ¡al carajo con las instituciones! Y hoy, sí hoy el presidente sigue en campaña.

¿Tú lo crees?…. Sí yo también