¿Eliges a tu pareja según la herida emocional de tu infancia?

LEIDY YUNUEN

Vamos a platicar un poquito sobre las heridas de la infancia, en pocas palabras son ciertas lesiones afectivas que nos impiden llevar una existencia plena, nos incapacita al enfrentar problemas y por supuesto nos hace más complicado equilibrar nuestras relaciones personales.

En la adultez se ven reflejados exhaustivamente, ya sea en nuestros fracasos respecto a las relaciones afectivas, ansiedad, depresión, problemas de sueño, actitudes defensivas o agresivas, inseguridades, miedo y desconfianza.

Nosotros los seres humanos desde pequeños en nuestros primeros años de vida, aprendemos a interpretar el mundo que nos rodea, es cierto que todos tenemos un pasado y aunque este ya no exista, continúa vigente, puesto que todas las experiencias de nuestra infancia marcan nuestro carácter, dejando una enorme huella en el.

Surge por una o varias experiencias negativas como por ejemplo el nacimiento de un hermano, crianza inadecuada, malos tratos, fallecimiento de algún familiar, depresión o melancolía en la familia.

Comencemos con el “Miedo al abandono”, quienes han experimentado abandono en su infancia indudablemente la soledad será su mayor enemigo conjunto a la falta de afecto, compañía, protección y cuidado.

Se encuentran en constante vigilancia para no ser abandonados y sienten un temor extremo a quedarse solos, en muchas ocasiones sufrirán dependencia emocional, e incluso toleran lo intolerable con tal de no quedarse solos, eligen personas que los hagan sentir muy especiales, en pocas palabras ser su centro de atención, en otros casos dependiendo de su personalidad, tomarán ellos la iniciativa de abandonar a los demás como mecanismo de defensa, por temor a ser abandonados.

Ahora bien existe el “Miedo al rechazo”, que implica el no validar nuestros propios pensamientos, sentimientos y vivencias, inclusive a nuestro propio amor, resultado de esas experiencias de no aceptación por parte de los padres, amigos cercanos, familiares etc.

Cuándo un infante recibe señales de rechazo crece en su interior la semilla de la auto desprecio, porque piensa que no es digno de amar y ser amado, en la edad adulta pueden elegir a parejas extrovertidas y con capacidad de ser el centro de atención, ya que ser la pareja de alguien con carisma les da la oportunidad de ser visibles y aceptados de manera positiva ante la sociedad.

Esto porque la más mínima crítica les origina sufrimiento, y para compensarlo siempre necesitarán el reconocimiento y la aprobación de los demás.

Continuamos con la “Herida de la humillación”, cuando los padres desaprueban, critican, ridiculizan a un niño afectan directamente a su autoestima volviéndolos así una imagen que tiene que depender de la opinión de los demás, si ha sufrido la humillación de pequeño tiene dificultades para expresarse como adulto, eso está 100% comprobado, pues se considera menos importante, menos digno, menos valioso o incluso incapaz, comienza a olvidar sus propias necesidades para así poder complacer a los demás, de esta manera logran ganarse su cariño, su respeto y su aprobación de los que le rodean.
Incluso en parejas eligen a quienes necesiten ser salvados, puesto que se dan valor cuando son necesitados por alguien más.

Ahora bien hablemos sobre la “Herida de la traición”, que comienza cuando un niño se siente traicionado por alguno de sus padres que no ha cumplido con alguna promesa, sobre todo si esta es repetitiva, comienza generando sentimientos de aislamiento y desconfianza, dichas emociones pueden transformarse en rencor o envidia.

Construye una personalidad controladora, fuerte posesiva, desconfiada, y cabe destacar que predomina la necesidad de control para no sentirse enfadados, son personas que dan mucha importancia a la fidelidad y a la lealtad, la posesividad es en extremo, al punto de no respetar la libertad, el espacio y los límites de los demás.

Y para finalizar hablaremos de la “Herida de la injusticia”, la cual se origina cuando los progenitores son muy fríos, muy rígidos, imponiendo una educación autoritaria y no respetuosa, esa exigencia tan constante generará en ellos sentimientos de ineficacia, insuficiencia e inutilidad.

Crea adultos rígidos que son incapaces de negociar y mantener diálogos con opiniones diversas, puesto que les cuesta aceptar otros puntos de vista y formas de ser y pensar diferentes a la suya.

Le dan mucha importancia a valores y creencias, expresando sus opiniones y juicios morales como verdades extremas y absolutas, son fanáticos del orden y del perfeccionismo.

Todos tenemos heridas emocionales en nuestra infancia, muy probablemente ya te identificaste con alguna, ahora, también está en nosotros la decisión de querer sanar cada una de ellas…

Recuerda que es necesario conectar con nuestro niño interior y abrazarle para que se sienta en paz, abrázalo tan pero tan fuerte para que se sienta poderoso y capaz y que esta vez el que tome las riendas de tu vida sea tu yo adulto, eso si, sin dejar de lado que si existió un niño con heridas, pero con el tiempo fueron cicatrizando porque están siendo enmendadas con amor.

Recomendación de libro:
Heridas que no sangran

Autor: Miguel Ángel Núñez