El origen histórico de la palabra fuero

El próximo 01 de agosto se realizará un acto sin precedentes en la historia de la nación, la votación popular para quitarles sus fueros a los ex presidentes y de esta forma poder enjuiciarlos y encarcelarlos por múltiples violaciones flagrantes a los mexicanos, tropelías, ultrajes y bajezas cometidas durante sus sexenios.

Queda claro el ejercicio democrático que se llevará a cabo pero…. ¿cuál es el origen de la palabra fuero y sus alcances? Analicémoslo…

Actualmente, el fuero es entendido como la imposibilidad de someter a servidores públicos a juicio. Sin embargo, a finales del Segundo Imperio mexicano tenía una concepción completamente distinta: la recompensa por cumplir la palabra de honor.

En marzo de 1867 el Emperador Maximiliano de Habsburgo quedó sólo defendiendo su imperio de ultramar, en México. Napoleón III, que lo embarcara en esta aventura, se retiró junto a sus tropas dejando algunos destacamentos de soldados franceses y belgas. Sumadas a las tropas que le eran leales, el austriaco logró reunir un ejército de 9.000 hombres, con los que, aconsejado por sus generales, se hizo fuerte en Querétaro desde donde pensaba iniciar una ofensiva en contra de las tropas republicanas de Benito Juárez.

Pero Juárez contaba con cuatro veces esa cantidad de soldados y junto a él luchaban algunos norteamericanos fogueados en la Guerra de Secesión. Además disponía de armamento moderno, especialmente artillería, excedente de esa misma guerra. Aun así, Maximiliano logró resistir casi tres meses el asedio de los mexicanos hasta que, traicionado por el coronel Miguel López del Ejército de la Emperatriz, que entregó al enemigo las claves para poder entrar, Querétaro cayó.

Junto con perder la ciudad, Maximiliano perdió el trono y un mes después la vida, porque fue fusilado. A su lado cayó toda su plana mayor, entre los que se contaba el general Severo del Castillo, Jefe del Estado Mayor del Ejército Imperial, que al igual que todos los demás, fue condenado a enfrentar el pelotón de fusilamiento.

A la espera de que se consumara la sentencia, la custodia del general del Castillo le fue encomendada al coronel Carlos Fuero, que había sido alumno del general en la academia militar. La noche previa a la ejecución, el condenado pidió hablar con su antiguo alumno, que en ese momento se encontraba durmiendo. Aun así accedió a lo solicitado y se dirigió a la celda del hombre que vivía sus últimos momentos.

Del Castillo solicitó que trajeran a un reverendo y a un licenciado para poder dejar su testamento en orden y poder confesarse antes de su muerte. Sin embargo, Fuero se negó a ello, argumentando que era más sencillo que del Castillo fuera por cuenta propia a buscarlos a que se trajeran a la celda. Fuero permitió la salida de su ex general de la celda y tomó su lugar dentro de ésta, posteriormente, le dijo a su superior, el general Sostenes Rocha, que si Castillo no llegaba para la madrugada tomaría su lugar y lo fusilarían a él.

Al llegar la mañana, del Castillo regresaba a enfrentar su destino después de atender sus asuntos pendientes. Sostenes Rocha, que hasta ese momento dudaba de la decisión de su subalterno, comprendió en cuánto valoraban ambos soldados la palabra empeñada y se emocionó. Por su boca la historia llegó a su superior y de ahí al mismísimo Benito Juárez, que comprendió tanto el gesto de Carlos Fuero como el valor de Severo del Castillo y perdonó a ambos.

Así comenzó a entenderse como Fuero aquel beneficio que se obtiene a cambio de empeñar la palabra y responder a ella, concepción muy lejana a la que ahora se le da, en que fuero se ha transformado en una licencia para cometer abusos de poder.

¿Tú lo crees?… Sí yo también.