Pésames en desgracia

“Quiero expresar mi más profundo pésame a familiares
de migrantes mexicanos, guatemaltecos, hondureños,
que murieron ayer asfixiados en un tráiler,
en una tremenda desgracia”
AMLO

¿Cómo expresar la migración? ¿Cómo conceptualizarla en medio de la desgracia? ¿Cómo, cuando es la pobreza la que incita el viaje? La tragedia de San Antonio Texas, tiene un profundo sentido de humanidad, de sociedad rota, fracturada, llena de abandono. Es ahora mismo herramienta, ariete frente al contrario, oportunidad para la reelección, diatriba en labios del ignorante.
Es claro que algunos miran con algo parecido al amor, la expresión de pésames, el señalamiento de culpables, la descalificación de políticas; lo hacen así porque han perdido la dimensión de la vida misma, el sentido de sociedad.
La forma en que se han ido vinculando los conceptos de movilidad y migración, impiden dar una correcta dimensión al fenómeno y sus causas.
La migración tiene como objetivo, la mayoría de las ocasiones, ir en busca de mejores oportunidades, de trabajos que permitan, a la distancia, dar mejores oportunidades a la familia que se deja atrás.
Se ha ensalzado, se ha romantizado esta migración y se le ha dado un sentido de sacrificio en aras de vivir bien. Se ha dicho que esta migración tiene su origen en la exclusión que provocan las políticas neoliberales. Como si las políticas neoliberales fueran un elemento supra sistema que condiciona la realidad económica de las familias.
Se ha celebrado la enorme cantidad de dólares que se reciben a través del trabajo de los migrantes y que en el año de 2021 llegó a 51,594 millones de dólares, lo celebra el Banco de México, lo celebra el presidente de la república y por supuesto, que también lo celebran los empresarios porque estas remesas implican una mayor capacidad de consumo.
Entonces, ¿Para qué los pésames? Si lo que celebramos es el dinero que mandan, pues las condiciones en las que viven la inmensa mayoría de los mexicanos en el extranjero, les importa un pepino a quienes gobiernan.
¿Qué de sus familias que están rotas, quebradas por la distancia?
Los que saben, los expertos en política y economía burguesa, dirán que sí, que es verdad que las políticas neoliberales son responsables de la pobreza, lo dicen porque su análisis económico y político es incapaz de tocar el techo de cristal del sistema político económico y, se dedican, con una mirada reduccionista a observar un solo elemento de la realidad.
Lo explican, desde el pasado, incapaces de mirar el futuro. Centrados en la transformación del país con la mirada pérdida y la razón desorientada. Es raro, pero así lo hacen.
De hecho, mirando, creo una imagen de Carlos Marx, (que religioso), disparan, una de las citas más utilizadas contra los otros, si, de las tesis sobre Feuerbach, donde Marx asegura que “los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”, algunos de manera simplista dicen que lo explican, lo que a la larga y en filosofía se torna en torpeza.
Dejan de lado un hecho, que, en las mismas tesis, Marx, dice que “el defecto fundamental de todo el materialismo anterior —incluido el de Feuerbach— es que sólo concibe las cosas, la realidad, la sensoriedad, bajo la forma de objeto o de contemplación, pero no como actividad sensorial humana, no como práctica”.
Por eso los pésames, por eso las explicaciones sobre los hechos dolorosos de los migrantes, por eso el apoyo a las familias de los fallecidos, pero todo eso, no habla del trato digno que merecen los mexicanos por parte de su gobierno.
Su transformación es contemplativa, sensorial, fincada en otros datos y otra realidad. No en la dignidad de las personas, no en la construcción de programas que atiendan las causas de la migración y la frenen. Alejada de programas que incentiven la ciencia, la investigación, el desarrollo tecnológico, la construcción de una economía nacional que no dependa de las inversiones extranjeras directas.
Es decir, mientras que la transformación de la vida pública del país dependa de las inversiones extranjeras y de las rabietas presidenciales, la transformación es y será una esperanza, un anhelo, una aspiración.
Rompamos el hilo de la dependencia económica, pero hagámoslo en serio, lejos de las posturas idealizadas del pasado, dejemos de decir que México tiene todo para ser una potencia y sentarnos a conversar sobre esa posibilidad. Dejemos todo eso y construyamos una economía que verdaderamente rompa la desigualdad, abata la pobreza. Es mejor abatir que administrar la pobreza.
Lo que hoy hacen es precisamente eso, administrar la pobreza y traducirla en programas asistenciales, fomento a la migración, celebración de remesas. Creo que sería sano, que leyeran el libro Materiales para la historia de América Latina de Marx y Engels, quizá les abra los ojos y les muestre un camino diferente.
“Pero, gritarán escandalizados” ¿Y las remesas…?” porque los migrantes no son sujetos de transformación, sino moneda de cambio.