roberto cienfuegos

Si, es cierto, en el 2024 habrá una elección de Estado. ¿Qué esperaban? Nadie debería llamarse a la sorpresa. Los morenos, con el presidente Andrés Manuel López Obrador al frente, echarán toda la carne al asador para garantizar la permanencia en la presidencia del país, eso cuando menos. Estarán al aire y en la competencia unos 20 mil cargos públicos, muchos de los cuales abonarán como de hecho ya ocurre a la construcción de una nueva hegemonía política, necesariamente absolutista, así la que tuvimos en el pasado reciente haya resultado tan perniciosa para el país. Claro, la sucesora de aquella se dice diferente. Veremos.

La propuesta presupuestal enviada el 8 de septiembre al Congreso ratifica la voluntad y la decisión presidencial de mantener el poder al precio que sea. Después de todo, al gobierno no le costará ni un peso apuntalar esta determinación.

La 4T es aún propietaria de los recursos públicos de México, así se diga que sólo los administra porque el dinero pertenece al pueblo, y los empleará conforme a su muy sabio y leal entender. La decisión se tomó hace mucho, es el poder, el poder y sólo el poder lo que importa, lo demás es secundario, accesorio, prescindible.

¿Para qué usará la 4T los recursos del Estado que administra? Para preservar el poder, es absolutamente claro. Así ha sido desde el 2018, imaginen si eso podría cambiar en el 2024 cuando se pondrá en juego el supremo poder político de este país.

Hace más de un año, por ejemplo, el Jefe del Ejecutivo federal viene anunciando que en enero próximo, cuando inicie con todo el año electoral, las pensiones del bienestar para los adultos mayores, tendrán un crecimiento nada menos que del 25 por ciento para alcanzar los seis mil pesos bimestrales, mil 200 pesos más respecto de los 4 mil 800 que las y los beneficiarios perciben a la fecha cada dos meses.

El aumento de esta pensión y de los otros programas sociales como becas para estudiantes y apoyos para elevar la producción en el campo, que se presume a diario, benefician a siete de cada diez hogares mexicanos, acaba de decir en Nueva York la jefa de la diplomacia mexicana, Alicia Bárcena.

Decir que el presupuesto federal del 2024 es electoral, resulta casi una ingenuidad y acusar a Morena y al presidente de impulsar esta estratagema, otra. ¿Cuál es si no el propósito central de los programas sociales en boga? Claro que no es generar desarrollo, tampoco sacar de la pobreza a millones de mexicanos ni mucho menos equilibrar las agudas desigualdades sociales y económicas que persisten en México. Para eso hay otros instrumentos, que sin embargo son menos tangibles, porque entrañan tiempo que no hay y una visión de Estado que tampoco existe.

El objetivo clave, esencial y principalísimo hogaño es la compra del poder, que de esta forma sale muy económico y es inmediato porque se financia con dinero público obtenido de las faltriqueras de los mexicanos que aún trabajan, pagan impuestos y generan consumo y economía.

La 4T y por supuesto su principal y tal vez único ideólogo, al que propios y aún extraños veneran, han usado esta fórmula, que incubó de manera menos exitosa el PRI, para financiar su permanencia en el poder bajo el manto de un discurso poderoso, según el cual éste es el gobierno de los pobres y para los pobres, así en las cúpulas políticas en general se sirvan con vehemencia y sin austeridad alguna.

¿Elección de Estado? Vaya argumento y acusación de las fuerzas políticas de oposición. Hasta dan ternura. Por ello, el poder se pitorrea y se sabe que prevalecerá porque regalar dinero contante y sonante convierte en rey al embustero, en México y casi seguramente en cualquier parte del mundo. Se trata de una fórmula sencilla, pero altamente eficaz, y muy apreciada por los beneficiados. ¿Y cómo no?

Dice el poder además que los más pobres son los más agradecidos, tanto que pagan con amor.

La oposición tiene un camino cuesta arriba, más aún si en el imaginario social se fomenta todos los días la idea de que ésta no le daba nada al pueblo porque se robaba el dinero, subía los precios y los impuestos o porque simplemente despreciaba a la gente menuda, trastocada ahora por arte de birlibirloque en buena y sabia, así la realidad social tope con una alta criminalidad, y un creciente deterioro ético y moral.

Así, se garantizan por largo tiempo el poder y su ejercicio. Después de todo al pueblo en general le tiene sin cuidado la hacienda pública, el déficit, la falta de crecimiento o proyección de futuro, el crecimiento de la deuda y otras variables de corte neoliberal, tan maldecidas en estos tiempos. Eso sólo importa a los expertos, muy alejados de la vox populi. Lo único que sí importa es tener dinero en la bolsa, el mejor y acaso único amigo del mundo.

@RoCienfuegos1